Alrededor del 56% de las personas económicamente activas en México (59 millones, según INEGI), trabajan en la informalidad, por lo tanto, el erario público no recibe ingreso por esa actividad económica, lo que quiere decir, sólo 4 de 10 personas son los que contribuyen para sostener el gasto público, por ejemplo:
Alumbrado público, carreteras federales, policías, legisladores, entre muchos otros.
Existen Impuestos directos (ISR) y los impuestos indirectos (IVA); los primeros gravan el ingreso, y los segundos el consumo. Utilizaremos estos últimos como ejemplo, debido a que son dos rubros tributarios más importantes por el monto total que representan.
INGRESOS TRIBUTARIOS EN MÉXICO (Fuente: SAT Cifras preliminares sujetas a revisión)
Lo primero que viene a la mente una vez que tienes un conocimiento básico en materia fiscal, y conoces el nivel de informalidad que existe en nuestro país, ¿por qué no aplicamos más impuestos indirectos?, bajamos la tasa de ISR (Tasa Máxima de 35%) a los cautivos de siempre, y de esta forma hacemos que todos paguen impuestos.
Al final, los que más ingresos tienen, son los que más consumen. Además, al bajar la tasa de ISR, invitas de alguna manera, a que los informales, se formalicen.
Una vez formalizados, se tiene acceso a créditos personales, empresariales, hipotecarios, autos, etc.
En otras palabras, vuelves un círculo económico virtuoso. Por mencionar un ejemplo claro de la dicotomía de aplicación de impuestos a los diferentes sectores, es la siguiente: El nuevo régimen fiscal, llamado RESICO (Régimen simplificado de confianza) para una persona física con ingreso de 3.5 millones de pesos, paga el 2.5% de ISR. Sin embargo, una persona que recibe un sueldo o salario, por la misma cantidad debe pagar 31% deISR.
En este ejemplo, por lo menos existe una recaudación, independientemente de la gran diferencia de tasas aplicadas, no pasa lo mismo en el sector informal.
Sin embargo, a pesar de conocer lo anterior, como lo hemos visto a través de las décadas pasadas, esto en política, significa menos votos. Una de las áreas de oportunidad que tenemos la mayoría de los mexicanos, es no estar dentro del marco de la legalidad, y si le sumamos una falta de estado de derecho, se ve difícil de lograr una efectiva recaudación de impuestos.
Más aun, una vez que se logra recaudar dichos impuestos, los administradores de los mismos, no han hecho un buen uso de los mismos, por algo en México, ser político significa ser rico, ya lo damos por descontado, como si esto fuera normal. Un buen comienzo, es conocer que debemos pagar impuestos, como poder exigir nuestros derechos, si no cumplimos con nuestras obligaciones. Al final
“Cada pueblo, tiene el gobierno que se merece” como lo sostiene Joseph de Maistre.
Reforzando el dato anterior, datos del INEGI en el año 2020, el 41.1% de la población alfabeta de 18 y más, declaró leer al menos un libro en los últimos doce meses.
Por otro lado, los países más avanzados, como los Nórdicos, las tasas impositivas sobre los ingresos son muy altas (alrededor del 60% en algunos casos), sin embargo, con un estado de legalidad, la gente recibe la mejor educación del mundo de forma gratuita, servicios de salud, además de un trabajo asegurado terminando tus estudios, entre otros muchos beneficios.
Evidentemente todo se desarrolla sobre un estado de derecho absoluto, aplicando la ley, bajo una supervisión estricta por los órganos correspondientes. Lo anterior lo hace países más igualitarios, vemos los índices de desigualdad más bajos del mundo.
Definitivamente, necesitamos una reforma fiscal que vaya de la mano con una reforma financiera, en donde se abarque a todo individuo económicamente activo. No obstante, el cobro de impuestos tiene que seguir siendo de manera progresiva en los impuestos directos, ya que es el único mecanismo más efectivo hasta ahora para combatir la desigualdad en los países, así como también el combate a la corrupción. De ahí que, debemos ser un país de instituciones fuertes, y no de unos cuantos que apliquen a discreción sus propias reglas, sin ningún mecanismo de fiscalización.
La rectoría del estado sigue siendo fundamental para el reparto de la riqueza por medio de la buena administración y cobros de impuestos equitativos, en donde todos tienen que contribuir de acuerdo a sus ingresos, además de llevar a cabo una política fiscal correcta, tal como lo sostienen las ideas Keynesianas.
Se vuelve imperante el aumento de los ingresos nacionales, por medio de una recaudación que abarque al 100% de la población económicamente activa, así como la acertada distribución y cuidado de los ingresos al erario público, por parte de nuestros gobiernos.